Cuando
un hombre se desarma por dentro, cuando baja las barreras que le hicieron creer
que por ser varón no debía expresar con libertad los sentimientos.
Cuando un
hombre deja que lo bañe la sensibilidad de la situación, no necesariamente
deberá ser un duelo o una experiencia trágica ni dramática.
Cuando un hombre se
permite llorar y hasta gemir y estremecerse es cuando se da el lugar que como
persona tiene en la vida.
Cuando
un hombre llora se desintegran las fortalezas que en realidad son frágiles como
cristal y que, solamente por la precaución y la reflexión o miedo, vergüenza y
tal vez jactancia fueron mantenidas intactas por el terror de no poder
recomponer la barrera que impide que otros vean su corazón y su figura de
hombre se desdibuje.
Cuando
un hombre llora se derrumban los muros, se parte el alma y todo alrededor se transforma en vida y
energía. Nada cuenta. Todo se hace tan brillante como cuando explotan los
fuegos artificiales. Posiblemente, como nunca la vida se mueve dentro del
hombre que llora.
Cuando
un hombre llora todo se detiene mientras al mismo tiempo se despliega una
revolución de energías satisfactorias y legítimas que combaten porque ese
desarme de fortaleza se convierta en una torre de seguridad y firmeza.
Cuando
un hombre llora es porque dejó libre a su alma, se dio el lugar a sentir, quitó su armadura y se desnudó a sí mismo y dijo si a ese hombre y posiblemente y
afortunadamente pase a ser fantásticamente vulnerable a vivir con libertad y naturalidad.
"Los hombres no lloran", te enseñan desde pequeño.
ResponderBorrarMentira: las lágrimas no distinguen el sexo
Todos lloramos alguna vez.
Uno de tus mejores escritos (Marta Bandini)
Gracias Marta Bandini. Acabo de ver tu comentario. Muchas gracias..!
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