Iba como un
ratoncito recorriendo hacia abajo las escaleras, buscando los botones que
iluminaran los escalones y pasillos del lúgubre pasaje de las alturas a la
seguridad de la planta baja.
Se apresuraba y
parecía que estaba escapando de algún fantasma o un asesino serial.
Detrás como
forajidos la seguían un viejo que trastabillaba en los oscuros e irregulares
peldaños de aquella escalera en esa casi maldita hora, y un grandote que podía
moler una columna con solo un puñetazo.
Quién se hubiera
atrevido a quedarse en aquella caja colgante..? quién hubiera soportado estar
junto a una gente que aunque conocida pueden dejar salir lo peor de sí por
estar en una situación de encierro involuntario…?
Con mochila,
casco, celular, y toda otra cosa que lleva una mujer de hoy, corría con apuro alumbrando el camino con su celu, parecía que le hablaba al espacio y a la
oscuridad, iba luchando con el momento, los escalones se multiplicaban a medida
que los iban pisando y parecía que nunca se llegaría al piso siguiente de mas abajo, el
ratoncito iluminador quizá luchaba con cierto miedo, vaya a saber y también padecía con los
dos que la seguían un poco mas arriba, pero
la escena daba para creer que querían
atrapar al ratón.
Sería ese el
pensamiento del ratoncito lazarillo..?
Los comentarios
fueron pocos, inaudibles, ya que el jadeo de los dos más viejos no permitían, en caso que los
emitiera, oir cualquier palabra que el ratón guía les dijera.
Finalmente
llegaron a la planta baja y casi repuestos todos en cierto aspecto, uno de los
personajes con la impresión del caso dijo: —me voy rápido para allá. —si, si,
yo me voy para allá. (hacia el lado contrario) dijo el ratoncito.
El tercero de los
forajidos quedó un poco descolocado, aunque no demasiado, todos habían tenido
una experiencia donde el pánico los cercó, aún cuando alguno de ellos intentó
disimularlo.
En la calle y ya
a oscuras, cada cual se sintió fuerte e imperturbable, pero la verdad es que
las piernas de ellos temblaban por lo sucedido.
Marzo/19